Un día de transición en Las Vegas, deshacer mochila, hacer mochila ligera para cuatro días, y tras unas horas de descanso, ya íbamos Toni y yo en su camioneta dirección a la frontera para disfrutar de cuatro días de asueto, por la festividad de Thanks given.
Cinco horas de conducción separan Las Vegas de Tijuana, pero la sensación de viaje es interplanetaria. Otro mundo, suciedad, pobreza, conversaciones de narcos, tiroteos, asesinatos, policía corrupta…era la primera toma de contacto con el país que en unos días sería mi próximo destino, desde el que ahora escribo con sensaciones muy distintas.
Sensación de frontera, son las palabras que mejor describen Tijuana, cruzas la línea, y puedes ver las dos alambradas, la pobre y la rica. Cada vez entiendo peor porque los humanos ponemos alambradas en el planeta. Hasta aquí rojo, azul, blanco y estrellas, hasta aquí verde, rojo y blanco.
Con que derecho pueden disparar unas personas a otras que caminan de un lado al otro de la línea. Siento decepción por un país por el que un día sentí gran admiración. Necesito comprenderlo pero todavía no puedo.
Recorrimos playas con caballos y gaviotas, poblados pobres donde asaltan a los turistas para ofrecer langosta en mano a 3 euros. Visitamos viñedos que siguen la tradición de siglos y aprendimos más sobre el vino con Eduardo. Tijuana, Ensenada, Rosarito, Popotla…Escuchamos la música mexicana, el tamalero, y nos mezclamos con las gentes de México, que nos acogieron como de la familia, ofreciéndonos todo lo que tenían, y dejándonos jugar a sus juegos, abriéndonos las puertas de su casa
Y regresamos de nuevo a las Vegas. Satisfecho y pensativo sobre el futuro de mi viaje, sobre la nueva etapa que me tocaría vivir, con la incertidumbre del peligro más cercana a la pobreza. Con el sentimiento de seguir adelante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario