A menos de dos horas de
La Paz, todavía existe pero dejada de la mano de Dios, la carretera de la
muerte. En este tramo de carretera de algo más de 50 km, hace años transitaban
vehículos ligeros o pesados, como única vía hacia el interior. En algunos
tramos el cruce de dos vehículos es impracticable, por lo que en múltiples
ocasiones los coches o camiones se precipitaban al vacío por caídas de más de
700 metros de pared. Todavía se pueden ver cruces a los lados del camino.
Hoy en día esta carretera está cerrada al tráfico, y
existen rutas alternativas. Lo que muchas empresas de La Paz, han aprovechado
para utilizar la carretera de la muerte como una atracción turística, y
descender por ella con bicicletas.
Con unas furgonetas, te suben a 4700 metros de altitud, y
te equipan de arriba abajo con protecciones y casco integral. Las bicis son
buenas: doble suspensión y frenos de disco. El recorrido es entorno a 6 horas,
la primera parte asfaltada. Después un millar de curvas, la mayoría muy
cerradas, por un camino del tamaño de un coche, siempre en descenso, más bien
moderado. El grupo es de quince personas, llevamos una furgo de apoyo, y
múltiples son las pausas para poder descansar. El recorrido termina a 1400, es
decir, 3300 metros de desnivel en menos de 6 horas, creo que esto no se puede
hacer en otro lugar del mundo. Al principio pasas mucho frío, sobre todo en las
manos, pero de la mitad del trayecto hacia abajo, calor, aunque por el camino
te refrescas porque debes atravesar pequeñas cascadas y torrentes de agua. Todo
una aventura.
Un error en esta carretera se paga caro. Las vistas son
tan espectaculares como las caídas al vacío. Es el momento de disfrutar,
confiar y tener cuidado. Es una actividad apta para todos los públicos, sino
arriesgas y vas despacio, se convierte en una excursión de domingo, cómoda y
placentera. Un matrimonio de unos sesenta años da fe de ello, completando todo
el recorrido sin ningún problema. Mi grupo es muy conservador, así que busco un
poco de adrenalina, y pronto dejamos atrás, el guía y yo, a los catorce
restantes con la furgo de rescate. No tiene perdida, todo hacia abajo. Cuando
llevas un par de horas de descenso controlas los frenos y el manejo de la bici
y cada vez arriesgas más. Sabes que no te vas a caer. La adrenalina te hace
mantenerte muy alerta.
Realmente no tiene mucha exigencia física este recorrido,
aunque muchos de mis compañeros me decían al final, me duelen los antebrazos, y
yo pensaba, a mi no me duelen. Claro, has bajado casi sin frenar…
Si vas a La Paz, no te lo pierdas y pruébate a ti mismo,
es una de las mejores actividades que he hecho en este viaje. La excursión
termina con un placentero baño en la piscina del restaurante y una rica comida
boliviana. No tengo muchas fotos de este día, entre que casi no paré, y que la
empresa se encargaba de hacer un DVD con vídeos y fotos, que todavía no he
podido ver, no me preocupé mucho en sacar la cámara de fotos.
Como
disfrute aquel día, llegar al límite, sentir el peligro cerca, te hace sentirte
mucho más vivo. Viví mucho en la carretera de la muerte.
Fotos AQUÍ
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