Las carreteras de
Bolivia dejan que desear, en algunos tramos son caminos. Normalmente aprovecho
las noches para viajar, así me ahorro una noche de hotel y duermo en el
traslado, normalmente con facilidad, aunque si notas como desliza el bus en la
carreta por la lluvia al pegar un frenazo, se te quitan las ganas de dormir
durante un rato. Pese a todo, llegamos a la frontera de Bolivia (Villazón) con
Argentina (La quiaca) sin incidentes y antes de la hora prevista, lo que se
convertía en un serio problema.
A estas alturas de viaje cruzar un paso fronterizo por
tierra no me supone ninguna situación estresante, pero llegar a un lugar a las
4 am, dos horas antes de lo previsto, no tener ningún lugar para dormir ni
dónde refugiarte, no saber dónde está la aduana, y que encima te avisen que el
trayecto que debo recorrer, unos 500 metros hasta la frontera, está lleno de
cholos, ladrones o asaltantes, le pone algo de emoción. Como nunca sabes que es
mejor, si coger un taxi o caminar por zona peligrosa, ya que el riesgo de
asalto es similar, decido caminar y adentrarme por una calle cada vez más
oscura por la que no transita ni un alma. Algunas personas durmiendo en el
suelo me alarman y acelero el paso, cada vez está más oscuro, pero veo a lo
lejos las luces del paso fronterizo. No tardo ni diez minutos en llegar, aunque
se hacen largos. Los ladrones también descansan. Quien va a cruzar la frontera
a esas horas…
Cuatro monjitas hacen fila en el lado Argentino, aquí se
encuentra la doble frontera, pero hasta las 7 am no abren. Con las monjitas
cerca y la policía a unos metros ya me siento seguro. Llegan algunas personas
más. Hay que esperar. Duermo un rato en el suelo, y observo cómo personas cruzan
de un lado al otro, mientras la policía de frontera Argentina les observa, y
poco más. Abren la frontera y en pocos minutos obtengo el sello de salida de
Bolivia y el de entrada de Argentina, tengo tres meses de visado como turista y
5121 km hasta Ushuaia. Este país es inmenso, tengo ganas de recorrerlo.
Empiezo por recorrer el kilómetro desde la frontera hasta
la terminal, ya es de día y empieza a haber movimiento en la frontera. Mi
primer destino es Humahuaca, a dos horas. Estoy cansado, llevo casi un día
completo de viaje.
Humauaca es un pueblito muy pequeño, pintoresco y bonito
del norte de Argentina, que te lo recorres en dos o tres horas. Hay muchos
puestitos de artesanos, una iglesia con, según me contaron, un reloj que está considerado entre los tres
más antiguos del mundo, con figuritas en movimiento como el de Praga o Munich,
este mucho más modesto. Mi alojamiento estaba a las afueras del pueblo, así que
después de recorrerme el pueblo y comer, me fui al hostal para dormir una
siestecita de 16 horas hasta el día siguiente. Estaba realmente cansado. Fotos AQUÍ
Al día siguiente, desayuno casero de pan con queso, mermelada
y mate cocido, y rumbo a Purmamarca, para fotografiar y caminar por el cerro de
los siete colores. Fotos AQUÍ Tardé tres o cuatro horas, así que en medio día estaba listo
para continuar hasta Salta haciendo escala en Salvador de Jujuy.
Salta es una ciudad. Con bonitas plazas y calles
empedradas, dónde ya se puede empezar a palpar la auténtica Argentina. Hasta
ahora no se notaba la diferencia con Bolivia. Además de caminar por esta bonita ciudad, me
animé a entrar al museo andino de alta montaña, que aunque un poco caro,
mereció la pena por la excelente visita guiada, nutrida de explicaciones sobre
los andes, los incas y sus rituales. En este museo se encuentran los niños momia,
encontrados tan solo hace unos años en la cumbre de una montaña a mas de 6500
metros y por haber estado siempre congelados, es espectacular el grado de
perfección en el que se encuentran conservados. Estos tres niños fueron
ofrendados por los incas a los dioses. Parece ser que murieron congelados,
sentados en una especie de habitáculo con otros objetos como ofrenda. No se
podían hacer fotos, así que no os puedo mostrar ninguna, pero es muy
interesante y curioso. Lo podéis buscar por internet.
Desde Salta me
acerqué a Cafayate, junto con Mendoza, posee los mejores viñedos y bodegas del
país. Alquilé una bici, y pasé un día de campo, entre viñedos, catando vinos, y
comiendo queso de cabra. Algo de lectura de Zafón y su “ juego del ángel”. Que
rico aquel pan con queso que me comí a orillas del camino, me sentía Sancho
Panza, y que tranquilidad, delicioso! Fotos AQUÍ
De Salta a Córdoba, 16 horas de bus. A partir de ahora
tendría nueve días por delante para recorrer parte de Argentina con Walter, que
vino desde Paraná con su furgoneta, aprovechando sus vacaciones de semana santa,
para acompañarme en esta parte del recorrido, excelente!
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