martes, 5 de junio de 2012

MARAVILLADO EN MACHU PICCHU: 9 DE MARZO DE 2012(Actualizando)



         Cuando deseas algo con fuerza, generas expectativas, y si estas se superan llegado el momento, entras en un estado de euforia difícil de explicar, pero te sientes feliz...

            Varias son las formas de llegar hasta Machu Picchu:

1.      Caminando desde Aguascalientes, y subir los más de 1500 escalones, en aproximadamente una hora.
2.       En microbuses por un cómodo trayecto de menos de treinta minutos.
3.       Entrando por la puerta del sol, a través de las montañas, por el viejo camino Inca. Como, yo no hice este camino, esta opción estaba descartada.

            Durante semanas me había cruzado en el viaje con múltiples viajeros que habían visitado Machu Picchu, así que tenía claro cómo iba a subir y que es lo que iba a recorrer dentro del parque. Por eso decidí subir en bus, quería guardar energías para disfrutar de todo el entorno de sol a sol, y además de recorrer toda la ciudad sagrada, coronar el Waynapicchu, para tener una perspectiva desde la altura, para posteriormente, ascender por parte del camino Inca, hasta la puerta del sol, pero en sentido contrario, es decir, desde la ciudad a la puerta y luego retornar.


            A las 5 am suena el despertador. Es de noche mientras esperas el bus en la parada al lado del hostel. No hay muchos viajeros, es clave subir pronto, no tener que esperar en la entrada, y así, poder acceder rápido para ver esta remota ciudad con las primeras luces del día.

Antes de la 6 am ya estoy arriba, en la entrada, esperando a que abran el parque a las 6.30. Los primeros visitantes que han subido a pie por la escalinata están llegando, caras desencajadas, sudando, es duro, pero se puede hacer, es una experiencia.

            En grupo empiezo a realizar la visita guida, pongo imágenes reales y sensaciones a un nuevo lugar conocido por fotografías y documentales. El entorno es espectacular, pero una de las siete maravillas no se deja ver en su totalidad, los incas hicieron este nido dónde viven los pájaros, muy arriba, a más de 2500 m. , rodeado de montañas puntiagudas y verdes,  y también de nubes que dificultad la visibilidad. La visita continúa por más de dos horas, recorremos la ciudad con explicaciones interesantes, anécdotas, historias que te trasladan quinientos años atrás. Sigo sacándole jugo a la historia en terreno real, desde el futuro. Puedo tocar las piedras talladas a la perfección por personas que vivían en lo sagrado, puedo respirar ese mismo aire y caminar por dónde casi los pájaros no llegan. Estoy maravillado, pero quiero que salga el sol, quiero verlo con mucha luz, aunque sé que dejar la huella de mis pisadas en aquel lugar con neblina le da un toque místico, mágico, así que tengo paciencia y sigo disfrutando. Termina la visita guiada tras casi tres horas de explicaciones, y el sol todavía no sale.


            Es el momento para almorzar algo, son las 10, hasta las 11 tengo tiempo para subir al Wayna. Todos mis compañeros de grupo, suben pronto, yo miro el cielo y las nubes no dejan ver la cumbre lo que significa que desde arriba no se podrá contemplar la vista aérea de la maravilla. Prefiero esperar un rato y perderme en solitario para digerir el almuerzo y toda la información depositada por el guía, para sentir aquel lugar por todos los poros de mi cuerpo que se empiezan a abrir por el esfuerzo realizado de caminar tan alto y por un lugar tan sagrado.


            Al límite de la hora entro en el recinto que te lleva arriba, hacia donde miro y las nubes me siguen saludando. Una hora de ascenso, por escalones de gigante, expuestos a grandes caídas. El terreno es  húmedo y son constantes los cruces de personas. Sigo mirando el cielo, sé que el sol saldrá a partir del mediodía. Las vistas son excelentes. Montañas, que bien te sientes cuando las subes y las tienes alrededor a la altura de tus ojos.


            Se produce algo de revuelo en alguna de las plataformas en las que descansan los caminantes. Todos esperamos lo mismo, que  se abran las nubes para poder ver lo que hemos venido a ver. Y ahí está, se puede ver, pero por unos segundos, después se cierra. 



            Como hay personas con las que hay que encontrarse porque sí, aprovecho el encuentro para fotografiarme con Levi, la chica inglesa que me dejo maravillado en Cuzco, que bella y que simpática, y que feliz vas a ser junto a su marido, que sale también al otro extremo de la foto!!!


            Sigo ascendiendo y me pierdo entre los caminos. Busco un sitio donde descansar, comer algo y esperar… Me relajo tras el esfuerzo de subida. No necesito mucho tiempo con semejantes vistas, es increíble, que lugar! Por fin, se abren las nubes y se despeja, Machu Pichu a mis pies, y yo a los pies de Machu Pichu.


            El descenso mucho más rápido. Conozco a unas chicas españolas, con el MIR recién aprobado, dándose el homenaje de viajar a Perú, con las que recorro otra vez lo recorrido, ahora con sol, y vuelvo a fotografiar los mismos lugares con distinta luz, ahora es otro lugar. Subiré las fotos al blog, les prometí. Nos pondremos en contacto contigo. Así nos despedimos, dos meses más tarde subo las fotos, no sé si llegarán a su destino, nunca se pusieron en contacto…


            Son las tres de la tarde, mucha gente ya no puede más, está cansada. Llevamos desde las 5 am en pie, y algunos han subido andando desde Aguascalientes, ascendieron al Wayna, y han recorrido la ciudad, no pueden más. Se marchan del parque. Me veo con fuerzas para volver a recorrer todo de nuevo, y sacar fotos con sol, y disfrutar de las vistas. Lo hago y quiero más. Cuarenta minutos de subida hasta la puerta del sol, y de nuevo la imagen desde la altura, esta vez desde el lado opuesto, y sentir como es el acceso a Machu Picchu desde el camino Inca, es un nuevo regalo, y ya van demasiados hoy.


            Comienza a llover suavemente. Son más de las 4, el tren de regreso a Cuzco sale a las 6.30 pm, pero quiero un poco más. Quiero sentir los más de 1500 escalones en mis piernas, en mis pulmones, en mi corazón y en mi mente. Comienzo a bajarlos uno a uno hasta el último, sólo escucho mi respiración acelerada, el fluir del agua y el sonido de la selva a mí alrededor.

            Llego a Aguascalientes a tiempo, extenuado, con hambre y sed, y con una de las siete maravillas grabada en mi retina, en mi memoria, en cada uno de los poros abiertos de mi cuerpo, para siempre.



            Fotos de Machu Picchu AQUÍ

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